S in duda alguna, la humanidad vive alentando el mito deslumbrante de un futuro mejor, lograble a trav?s del acopio de bienes materiales y el aumento de apegos afectivos. El poder alucinatorio de este mito es de tal magnitud que la abrumadora mayor?a de las personas lo tienen por una verdad que no admite r?plica. La generalidad y arraigo de esta exasperante creencia nos pueda dar la pauta de lo excepcional que resulta la liberaci?n individual. Estar liberado significa comprender perfectamente que el 'yo' de uno est? separado del cuerpo, que uno no es este cuerpo. Solamente desarrolla tu conciencia para que se proporcione el alivio. No cabe la menor duda que la humanidad est? hundida en un colosal y grave error. Hace y piensa justamente aquello que no debe hacer ni pensar. El apego, el deseo, el ego?smo, y toda la constelaci?n de emociones negativas que padece el hombre, no lo conducen sino, al ahogado despotismo del dolor y hacia el abyecto sentimiento de su alma, a los objetos de los sentidos, a su mente y a la relaci?n entre ambos. La vida es sin duda un drama; habremos sin embargo de vivirla sin apegos, para ponernos al margen del tenaz y solapado sufrimiento, debemos vivir en desapego constante inego?sta del fruto de nuestras acciones. El tr?gico error del ser humano consiste en comportarse 'normalmente'. El hombre 'normal' aunque parezca ins?lito, disparatado o tal vez extravagante, es el hombre normal. Es decir, aquel que procede ansioso por el resultado de su trabajo, todo hombre mundano act?a por s? para lograr algo, ?qui?n puede dudarlo?, esto es socialmente l?cito esta es la justicia del hombre. A?n en las sociedades m?s cultas, libres, tolerantes y ricas, es normal, arregladas a derecho. La exigencia jur?dica de los frutos, inter?s leg?timo de las acciones.